[2.3] Un israelita muy rico, de Betania (el padre de Lázaro, Marta y María, que a la sazón aún vivía) se adelantó y depositó una ofrenda de 30 libras de plata y un poco de oro, sólo para que Yo pudiese continuar discutiendo más tiempo con los ancianos y escribas. [2.4] Ni que decir tiene que los ancianos y escribas aceptaron con sumo gusto la ofrenda, y se me concedió entera libertad para entrar en una discusión extraordinaria con los ancianos, que no había tenido lugar hasta entonces por motivos bien fundados.
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