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El Sol Espiritual

[1.1.20] Cada una de las partes del mundo exterior, es decir, el mundo físico completo, corresponde al guijarro en bruto. Su pulverización es necesaria para formar posteriormente los diversos seres. El lavado de este polvo es la limpieza o ascenso progresivo a grados más elevadas de los espíritus encapsulados en la materia. El secado corresponde a la integración de los espíritus en una unidad, condición que ya se da en el hombre. La adición de sal es la concesión de la Luz de la Gracia al espíritu del hombre. Finalmente, la fundición en un crisol por el calor del fuego es la unificación de los espíritus entre sí con el fuego de mi Amor. Por la misma razón que la materia del crisol no puede combinarse antes de haber alcanzado la temperatura del fuego, tampoco los espíritus pueden unirse entre ellos y volverse eternamente sociables antes de que estén penetrados completamente por mi Amor, es decir, por Mí mismo. Escrito está en el Evangelio: “Sed perfectos, como el Padre Celestial es Perfecto”. Y: “...para que todos sean uno como Tú, Padre, y Yo”. Con estas dos citas se comprende el ejemplo aún mejor.

[1.1.21] Ahora vais a preguntar cómo se manifiesta la unificación en el cristal. Como todas las partículas captan los rayos luminosos de manera uniforme, toda la estructura es penetrada y saturada por ellos, y los rayos pueden traspasar el cristal libremente, lo que sabéis por propia experiencia. Así analizados, vuestros vidrios os darán un ejemplo de las relaciones celestiales y, al mismo tiempo, su comprensión os facilitará observar el Sol espiritual desde algo más cerca. Pero no nos vamos a conformar todavía con sólo estos ejemplos, sino que en la próxima ocasión veremos algunos más. Por medio de ellos, vamos a lanzarnos fácilmente hasta el mismo Sol espiritual para contemplar sus inimaginables magnificencias.

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