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El Sol Espiritual

He aquí otro ejemplo. Seguro que ya habéis visto los guijarros con los que se fabrica el cristal. ¿Acaso el guijarro en bruto deja pasar libremente los rayos de luz como lo permite su derivado, el cristal? ¡No! ¿Y por qué no? Pues porque su estructura está todavía demasiado desunida, falta de homogeneidad. Cuando le llegan los rayos solares, sus partículas los consumen cada una para sí misma, con lo cual no queda nada para las vecinas, a no ser las sobras. ¿Cómo, entonces, es posible que su derivado, el cristal, resulte tan generoso? Para eso hay que destrozar el guijarro y pulverizarlo, y de esta manera las partículas quedan machacadas y completamente desunidas entre ellas. Después, una vez lavado y seco, se mezcla el polvo del guijarro con sal y se pone todo en un crisol. En este, mediante la sal y un fuego a una determinada temperatura muy alta, las partículas disgregadas se unen por completo. – El Sol Espiritual, Libro 1, Capítulo 1, Párrafo 18

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