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El Sol Espiritual

[1.1.17] ¿Tenéis ya idea de dónde procede semejante magnificencia y armonía? Pues, procede de la unión, o más bien de la unificación. Por consiguiente, admitiendo que lo espiritual es algo perfecto, algo que se ha unificado, ¡cuánto mayor tiene que ser la grandeza de lo espiritual respecto a su órgano, que no es sino algo incoherente, algo egoísta, egocéntrico, y por lo tanto muerto!

[1.1.18] He aquí otro ejemplo. Seguro que ya habéis visto los guijarros con los que se fabrica el cristal. ¿Acaso el guijarro en bruto deja pasar libremente los rayos de luz como lo permite su derivado, el cristal? ¡No! ¿Y por qué no? Pues porque su estructura está todavía demasiado desunida, falta de homogeneidad. Cuando le llegan los rayos solares, sus partículas los consumen cada una para sí misma, con lo cual no queda nada para las vecinas, a no ser las sobras. ¿Cómo, entonces, es posible que su derivado, el cristal, resulte tan generoso? Para eso hay que destrozar el guijarro y pulverizarlo, y de esta manera las partículas quedan machacadas y completamente desunidas entre ellas. Después, una vez lavado y seco, se mezcla el polvo del guijarro con sal y se pone todo en un crisol. En este, mediante la sal y un fuego a una determinada temperatura muy alta, las partículas disgregadas se unen por completo.

[1.1.19] ¿Cómo hay que interpretar este proceso? En cierto sentido, los espíritus egoístas encapsulados en la materia son machacados junto con ella y separados a la fuerza unos de otros. Así pasan por un lavado, al que sigue el proceso del secado. A estas alturas se les añade la sal de la sabiduría y, preparados de esta manera, entrarán en perfecta unión en el fuego de mi Amor. ¿Comprendéis ahora estas relaciones? Veo que aún no las entendéis del todo, de modo que os lo aclararé aún más.

[1.1.20] Cada una de las partes del mundo exterior, es decir, el mundo físico completo, corresponde al guijarro en bruto. Su pulverización es necesaria para formar posteriormente los diversos seres. El lavado de este polvo es la limpieza o ascenso progresivo a grados más elevadas de los espíritus encapsulados en la materia. El secado corresponde a la integración de los espíritus en una unidad, condición que ya se da en el hombre. La adición de sal es la concesión de la Luz de la Gracia al espíritu del hombre. Finalmente, la fundición en un crisol por el calor del fuego es la unificación de los espíritus entre sí con el fuego de mi Amor. Por la misma razón que la materia del crisol no puede combinarse antes de haber alcanzado la temperatura del fuego, tampoco los espíritus pueden unirse entre ellos y volverse eternamente sociables antes de que estén penetrados completamente por mi Amor, es decir, por Mí mismo. Escrito está en el Evangelio: “Sed perfectos, como el Padre Celestial es Perfecto”. Y: “...para que todos sean uno como Tú, Padre, y Yo”. Con estas dos citas se comprende el ejemplo aún mejor.

[1.1.21] Ahora vais a preguntar cómo se manifiesta la unificación en el cristal. Como todas las partículas captan los rayos luminosos de manera uniforme, toda la estructura es penetrada y saturada por ellos, y los rayos pueden traspasar el cristal libremente, lo que sabéis por propia experiencia. Así analizados, vuestros vidrios os darán un ejemplo de las relaciones celestiales y, al mismo tiempo, su comprensión os facilitará observar el Sol espiritual desde algo más cerca. Pero no nos vamos a conformar todavía con sólo estos ejemplos, sino que en la próxima ocasión veremos algunos más. Por medio de ellos, vamos a lanzarnos fácilmente hasta el mismo Sol espiritual para contemplar sus inimaginables magnificencias.

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