Le di un par de alas tan ligeras como el éter para que pudiera levantar su vuelo por los aires, revoloteando entre los rayos del Sol y absorbiendo la luz con sus ojillos, con el fin de conducir esa luz para dar vida a las formaciones muertas, ofreciendo a la rigidez inerte testimonio de mi Clemencia suave y vivificadora. – La Mosca, Introducción, Párrafo 5
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