Si permito que una mosca, que aparece de improviso, venga a zumbar con su cancioncilla, hay que considerar que también ella tiene un sitio en el número de mis criaturas. Si desde la eternidad, las mónadas del éter y cada uno de los átomos de luz me son conocidos, uno por uno, ¡cuánto más no ocurrirá con una mosca, para cuya formación son necesarios mil millones de átomos! Así que dejémosla que llegue con su soniquete. – La Mosca, Introducción, Párrafo 2
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