Help

jakob-lorber.cc

Carta a Laodicea

Pablo pide que destruyan el nuevo templo, eliminen el día feriado, destituyan al falso obispo y sus siervos y que regresen a la adoración en el espíritu.

[3.36] A vosotros, señores que sois los empleadores, os digo que tengáis en cuenta que vuestros esclavos y servidores también son vuestros hermanos ante el Señor. Por eso atendedlos siempre como es justo ante el Señor! ¡Dadles el salario que les corresponde a la hora justa, y eso con amor en Cristo, y sed conscientes de que todos tenemos a un Señor en el Cielo: a Cristo, el Dios Santo por la eternidad!

[3.37] ¡No dejéis de dedicaros a la oración, y expresad vuestro agradecimiento sin cesar —pero no con los labios, sino en el espíritu y en la Verdad con la sencillez de vuestros corazones y en la devoción verdadera en el amor hacia Cristo el Señor!

[3.38] Al mismo tiempo orad también por mí, para que el Señor siempre quiera abrirme sus puertas hacia la Palabra viva y pueda siempre hablar ante vosotros y todos los hermanos en Cristo sobre Su gran Secreto y sobre Su Reino; porque también estoy todavía atado al mundo y soy un hombre muy corriente que sólo puede profetizar cuando el Señor abre la puerta de su Gracia.

[3.39] ¡Que vuestro comportamiento ante cualquiera sea sencillo y sabio, también ante aquellos que no pertenecen a nuestra comunidad, como ante los judíos y gentiles! ¡No debéis juzgar a nadie —ya sea un escita (skythe), un gentil, un judío, un griego o no-griego—, sino comportaos sabiamente según el momento y la situación!

[3.40] Que vuestras palabras, habladas a cualquiera, estén siempre sazonadas con amor y llenas de sal de la verdadera Sabiduría proveniente de Dios. De esta Sabiduría debéis sacar lo que vais a hablar con cualquiera, para que éste se entere de la gran diferencia que hay entre la Sabiduría divina y la sabiduría de los sabios del mundo.

[3.41] ¡Y ahora yo, Pablo, pienso que no he omitido nada, para que quede muy claro lo qué está entre vosotros y que es una mala hierba venenosa; sí, es un árbol venenoso altamente dañino cuya transpiración ahoga toda vida; y, con esto, ya no tengo nada más en contra de vosotros!

[3.42] Por eso, queridos hermanos, que siempre haya una ceremonia verdadera entre vosotros, una en la que vosotros, en el espíritu y la Verdad, deis la honra a Dios —que es el Padre en el Hijo—, honra que consiste en amar constantemente a Dios y por sobre todas las cosas, al Dios que mora en su Hijo Quien, por Amor, murió por todos nosotros en la cruz, para devolvernos la filiación divina que nuestros padres, desde Adán, habían perdido.

Vista escritorio Aviso legal