¿No correrá ella dentro de su habitación de un lado a otro, impulsado por el ardor de su carne, para pronto asomar medio cuerpo a través de una u otra ventana y lanzar miradas lujuriosas hacia todos los lados para ver si encuentra a aquel que tenga lo que pueda satisfacer los deseos de su carne lujuriosa y ardiente? – Carta a Laodicea, Capítulo 1, Párrafo 49
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