Carta a Laodicea |
[1.37] y para predicar a todos la libertad del espíritu, la paz del alma y, con esto, destruir las duras ataduras de la muerte, en Cristo el Señor. [1.38] Pero ¿de qué sirve, a mí y a vosotros, mi doctrina, de qué sirve el Evangelio de Dios, si queréis dirigiros de nuevo y voluntariamente hacia la muerte antigua? [1.39] Por eso os pido, por el bien de vuestra Vida eterna: ¡Desistid de todo aquello que trajo la esclavitud babilónica a todos los judíos como una dura herencia! |
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