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El Gran Evangelio de Juan

El hombre como ser inmortal.

[5.211.9] Ahora tenemos cien granos. ¡A ver, si también los ponemos en la tierra! De estos ya se hacen cien espigas, cada una con cien granos, de modo que todos juntos tendremos diez mil granos. Y ved, espiritualmente estos diez mil granos, los cien tallos y las espigas también ya deben haber sido presentes en aquel grano único - igual que este mismo grano único ya debe haber sido incluido en aquel grano que de la Mano de Dios como primer grano cayó en un surco fértil de esta Tierra, porque de lo contrario no habría sido imaginable una reproducción... He aquí otra prueba que también en tal grano están presentes la infinidad y la eternidad.

[5.211.10] Ahora, por supuesto, pensáis y decís para vosotros: “Sí, eso bien es el caso con un grano que vuelve a ser sembrado en el suelo. Pero ¿qué pasa con el grano molido a harina que luego, en forma de pan, está consumido por los hombres o a veces también por los animales?”. Ahí Yo os digo: De veras, ¡este grano tiene un destino aún mucho más favorable!, porque así ya pasa a una vida más perfeccionada, pues como parte integrada en una Vida superior puede multiplicarse tal como es, y todavía mucho más, en innumerables ideas y formas de conceptos animados. Pues sólo se elimina las cápsulas materiales, como excremento, de modo que también este se transforma en un humos vegetal más noble del suelo, del cual se forma el espíritu de germinación en los diferentes granos y atrae la inmortalidad. Y lo que acontece con la paja y las cápsulas de las plantas, esto ocurre también de una manera aún mucho más noble con el cuerpo carnal del hombre.

[5.211.11] De modo que no halláis nada de perecedero ni limitado en el hombre, sino sólo hasta cierta finalidad espiritual algo alterable. Con lo que es bien posible que un hombre comprenda cosas infinitas y eternas, tiempo, espacio, fuerza, luz y vida, porque todos estos se hallan en él.

[5.211.12] Pero todo esto depende sobre todo de la educación, la que es una Luz para el alma. Si esta Luz falta –como ahora es el caso con la mayoría de los seres humanos– ¡entonces falta todo! Y sin tal Luz espiritual, por supuesto, el alma del hombre ve y comprende aún menos de lo que está en ella que un ciego en la noche ve lo que le rodea y se le acerca.

[5.211.13] Y ahora, Epifanio, precisamente tú, ¡dime cómo has comprendido y aceptado esta explicación que te he dado! Sólo después te diré si Yo con mi Espíritu penetro el espacio infinito y la eternidad. ¡Habla ahora libremente y sin temor!».

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