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El Gran Evangelio de Juan

Epifanio, el filósofo.

[5.210.1] Uno que antes ya con el Hiram había cambiado algunas palabras sobre las nociones de ‘infinitud’, ‘eternidad’ etc., y que se llamaba Epifanio, ahora dijo a Hiram: «Bueno… ¡eso era una pieza auténticamente persa, la que le ha salido verdaderamente bien! Pero una cosa que aún no comprendo es: ¿De dónde tomó Aziona el vino delicioso y la vasija preciosa?».

[5.210.2] E Hiram le respondió: «Epifanio, amigo mío, ¡te digo que todo eso son auténticas maravillas de la Voluntad de aquel Uno que acaba de lavarse con el vino! ¿Pero no has oído la respuesta que Él dio a Aziona, cuando este Le preguntó, si necesitaba agua?».

[5.210.3] «Que sí, ¡la entendí!», dijo Epifanio. «Pero estas palabras tenían exactamente el mismo carácter como las de los magos indo-persas; pues estos, con frases my poderosas, también saben presentarse a los legos instantáneamente como creadores del fuego, del agua y de diversas otras cosas… y luego se pavonean en un nimbo que incluso un Zeus no se daría - si este existiese y pisase la Tierra... Tú mismo has visto en Memphis la grandilocuencia exagerada con la que los magos de allí hacían sus presentaciones. ¡Y estos finalmente también a nosotros nos habían dejado perplejos de una manera que casi habíamos empezado a adorarlos! - Sin embargo, cualquiera que es capaz de producir algo extraordinario, ¡con buena conciencia también puede hablar de sí mismo de manera presuntuosa! ¡Y es evidente que con este hombre aquí pasa lo mismo! Pero lo que aquí realmente me llama mucho la atención es el vino. Pues, ¿de dónde tomó Aziona este vino?».

[5.210.4] «Esto ya quería decírtelo antes», dijo Hiram; «pero tú, demasiado pronto, me has cortado la palabra. ¡Pues precisamente este Hombre que dijo a Aziona: “Todas las aguas de la Tierra y también de los Cielos son de Mí; ¿cómo iba a servirme del agua para lavar?”, es El que con su Voluntad ha creado el vino del agua, y ahora mismo incluso del aire; dado que Él antes había vaciado la vasija del todo! - ¿Qué dices ahora?».

[5.210.5] «Bueno… si fuese verdaderamente así, ¡entonces realmente sería algo muy grande!», dijo Epifanio. «Se dice que ciertos indo-magos tienen una fuerza tan extraordinaria en su voluntad y en sus miradas, que en un instante pueden dominar las fieras más salvajes de manera que estas se quedan paralizadas y que el mago puede hacer con ellas lo que quiera… y que también son capaces de mandar con buenos resultados a los vientos, a las nubes y a los relámpagos. De modo que esto ya lo ha habido antes. Pero si también pueden hacer el mejor vino del agua o del aire, ¡esto no lo sé!; sólo se sabe de los antiguos magos que pueden transformar el agua en sangre y la lluvia en ranas y serpientes. Sólo que para eso hay que tener una fe muy fuerte, porque algo parecido nunca hemos visto. Pero esto aquí ahora lo hemos visto nosotros mismos, y en todo caso podemos pensar: si es posible hacer esto, entonces también las otras cosas pueden haber sido realizables. - Pero ahora dejemos de discutir sobre esto, porque Aziona ya viene con la comida y yo ya tengo hambre. Por eso, ¡dejemos las demás discusiones para más tarde!».

[5.210.6] En este momento invitaron a la comida. Todos se sentaron alrededor de la mesa alargada y a mi invitación empezaron a comer con buen apetito. Pronto los pescados estaban consumidos y luego sirvieron pan y vino.

[5.210.7] Cuando los vecinos, todavía legos, probaron el pan sabroso y el vino no menos excelente, poco a poco ellos se animaron, y Epifanio dijo con aire escudriñador: «Ahora yo mismo comienzo a creer que aquí no se trata de una magia ordinaria y natural, porque según mi saber bastante amplio nunca se han producido tales cosas entre los hombres. - Bueno… ¡qué vino infinitamente bueno!».

[5.210.8] «¡Qué oportuno es que hayas pronunciado precisamente la palabra “infinitamente”!», dije Yo. «Porque antes habías reprochado a Hiram que tiene un cerebro quemado del sol, porque él había empezado a hablar contigo de que mi Poder de Voluntad –en lo que se refiere al espacio– surte efecto en toda la infinitud y –en lo que se refiere al tiempo– en toda la eternidad… como también en Mí están unidas toda la Fuerza, toda la Luz y toda la Vida, de modo que también todo lo que llena el espacio infinito –tanto espiritual como naturalmente– sólo ha podido surgir de Mí. ¿Qué conclusiones sacas tú de las nociones: infinitud, eternidad, espacio, tiempo, fuerza luz y vida?

[5.210.9] Sabes, amigo mío, si una persona a alguien que se dedica a nociones importantes y significativas que se refieren a un hombre extraordinario le dice que tiene un cerebro quemado del sol, entonces esta persona evidentemente tiene que tener nociones mucho más elevadas; porque únicamente entonces puede decir a su vecino que es un chiflado… ¡si ella misma tiene una comprensión mucho mayor! Por eso, ¡ahora hazme saber lo que tú piensas sobre las nociones antes mencionadas!».

[5.210.10] A esta pregunta Mía, Epifanio se quedó un poco desconcertado. Sin embargo, pronto se reanimó y dijo: «Buen maestro, ¡dar a alguien palabras claras sobre este particular, esto, para cada hombre mortal, debe ser una de las mayores imposibilidades! Porque aquí, en el sentido verdadero de la palabra, consta que nadie puede dar al otro algo que él mismo no posee.

[5.210.11] ¿Cómo podría el pequeño hombre limitado jamás ser capaz de entender lo del espacio infinito? Con su vuelo de pensamientos puede penetrar en todas direcciones y en toda profundidad del espacio eterno, tanto como quiera, pero ante la totalidad ilimitada del espacio quedará siempre en el mismo punto, el que en comparación con la totalidad del eterno espacio infinito es tanto como nada. Del mismo modo el hombre nunca puede medir el tiempo hacia adelante ni hacia atrás, es decir, ni el futuro ni el pasado. Pues también en su evolución, en su ser y en su fallecimiento el hombre es igual de limitado como en el espacio.

[5.210.12] Que se puede muy bien decir algo sobre un espacio limitado y sobre un tiempo limitado medido, eso ya es un antiguo asunto de experiencia porque lo limitado puede abarcar algo que le es parecido, pero nunca algo que le resulta desigual en sumo grado. Y casi lo mismo sucede con la comprensibilidad de las nociones “fuerza”, “luz” y “vida”. Por supuesto, el hombre posee una fuerza, una luz y una vida; pero hasta ahora ningún sabio con lo ilustrado que fuera era capaz de dar una definición clara y exhaustivamente comprensible - de modo que tampoco yo, dado que soy todo menos que un sabio. - Tú, buen maestro, me has preguntado y yo te he respondido. Si tú puedes darnos una solución totalmente satisfactoria, te seremos muy agradecidos».

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