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El Gran Evangelio de Juan

[2.111.4] Dios nunca ha enseñado a los hombres a honrarle con los labios teniendo frío el corazón. Mas como Samuel oraba en voz alta ante el pueblo, al igual que algunos profetas, y como David cantaba sus salmos a Dios, el Señor, y Salomón su Cantar de los Cantares, el pueblo empezó a orar hueramente sólo con los labios y a hacer sacrificios vanos.

[2.111.5] Semejantes oraciones y sacrificios horrorizan a Dios. Si uno no puede rezar con su corazón, más vale entonces que no lo haga de ninguna forma para no comportarse indignamente ante Dios. Dios no ha dado al hombre pies, manos, ojos, orejas y labios para que ore vanamente con ellos. Sólo el corazón sirve para la verdadera oración.

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