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El Gran Evangelio de Juan

El último, mayor y más significativo testimonio de Juan referente al Señor. Quién es la novia y quién es el novio. La humildad de Juan. El secreto de Dios como Padre e Hijo. Condición para la Vida eterna: la fe en el Hijo (Juan 3:27—36)

(Juan 3:27) Respondió Juan y dijo: «No puede el hombre tomar nada si no le fuera dado por Dios.

[1.24.1] Juan no se desconcertó y dijo a sus discípulos: «Vislumbro lo siguiente: Un hombre no puede tomar nada, sobre todo tratándose de algo espiritual, si no lo hubiera recibido antes del Cielo. Si ese hombre extraordinario que se dejó bautizar por mí al otro lado del Jordán, sobre el que vi descender al Espíritu santo de la misma manera que una paloma desciende a su nido, y de quien di testimonio, fuese un hombre normal, no habría podido tomar lo que tiene. Pero Él es más que un hombre ordinario, y aparentemente tiene el Poder de recibir del Cielo y de guardar lo recibido, o de darlo a quien quiera. Y yo pienso que todo lo que nosotros tenemos lo hemos recibido de su Gracia; por tanto, es imposible prescribirle qué y cómo actuar. Él da y nosotros recibimos de Él. Él tiene el bieldo en su mano, aventará su era como le parezca bien y recogerá su trigo en su granero. Sin embargo quemará la cizaña en el fuego eterno y de la ceniza hará lo que sea su Voluntad.

(Juan 3:28) ... Vosotros mismos sois testigos que dije: Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado antes de Él...

[1.24.2] Vosotros mismos sois testigos que ante los sacerdotes y levitas que vinieron a verme desde Jerusalén, dije que yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado antes de Él. ¿Cómo podría yo entonces poner reparos a que Él, teniendo su propio bieldo en la mano, esté haciendo lo que le parezca bien? Si Él limpia su era como le parece bien, ¿cómo vamos a darle preceptos? Al igual que la tierra cultivable es de Él, también el trigo y la cizaña , y suyo es el granero y el fuego que jamás se extinguirá.

(Juan 3:29) ... El que tiene esposa es el esposo; más el amigo del esposo, que le acompaña y le oye, se alegra grandemente de oír la voz del esposo; así pues mi gozo está cumplido...

[1.24.3] El que tiene la novia es el auténtico novio. El amigo del novio está a su disposición y le escucha, y se alegra mucho de oír la voz del novio. Y ved, esta misma alegría es la mía. Cuando viene el Señor mismo, la misión del mensajero es anunciar su Venida y, una vez Él haya llegado, el mensajero ya no sirve para nada».

(Juan 3:30) ... Preciso es que Él crezca y yo mengüe...

[1.24.4] «Ésta es la razón por la que yo tengo que menguar; pero Él, siendo el Señor, tiene que crecer. Desde que vine como mensajero, vosotros sois mis discípulos. ¿Quién de entre vosotros podría decir que me haya vanagloriado de ello? Siempre conservé la gloria justa para aquel que la merece. Si testimonié no merecer desatarle las correas de sus sandalias, no me vanaglorié sino que toda la gloria que la ceguera de los hombres quería atribuirme, se la di a Él. Por esto repito que mi misión está terminada. Por esta razón el mensajero tiene que disminuir y Él, como Señor, tiene que crecer por encima de toda la carne.

(Juan 3:31) ... El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la Tierra terreno es y habla de la Tierra; el que viene del Cielo sobre todos es...

[1.24.5] Aquel que tiene el Poder de dar leyes está encima y aquel que tiene que obedecer está abajo. Se entiende que nadie puede ser de arriba si no procede de arriba. Aquel que realmente viene de arriba está encima de todos. Aquel que es de la Tierra no puede proceder de los Cielos y sólo le gusta hablar de cosas que sean procedentes de la Tierra. El Señor, procediendo de los Cielos, está encima de todos y, por consiguiente, puede hacer lo que le parezca bien... Él puede bautizar con agua, fuego y espíritu porque todo es de Él.

[1.24.6] Supongo que, a pesar de todo, Él no bautiza con agua sino solamente con el fuego del espíritu. Sin embargo sus discípulos, bautizarán antes con agua, de la manera como yo lo hago. Pero este bautismo en el agua no tiene ningún valor para el hombre si no recibe después el bautismo del Espíritu divino.

(Juan 3:32) ... Y da testimonio de lo que ha visto y oído, pero su testimonio nadie lo recibe...

[1.24.7] El agua limpia la piel de la suciedad de la tierra y sólo da testimonio del agua. Pero el Espíritu divino —y nadie más que el Señor mismo puede bautizar con él porque es su propio Espíritu— da testimonio de Dios y de aquello que solamente Él ve y oye en Dios en todo tiempo.

[1.24.8] Pero, desgraciadamente, son pocos aquellos que aceptan este testimonio santo; porque lo que es lodo, sigue siendo lodo y no aceptará al Espíritu, a no ser que fuese primero pasado por el fuego y se volviera espíritu; pues un fuego adecuado aniquila todo excepto el espíritu que es un fuego potente. Por esta razón el bautismo en el Espíritu del Señor destruirá lo material de muchos, por cuyo motivo muchos tendrán miedo a aceptarlo.

(Juan 3:33) ... Quien recibe su testimonio pone su sello dentro de sí, atestiguando que Dios es verdadero...

[1.24.9] El que recibe este bautismo, admitiendo su testimonio santo, percibirá que Aquel que le bautizó con el Espíritu es Dios mismo y que nadie más que Él puede dar la Vida eterna. Me preguntaréis: “Pero ¿por qué sellar dentro de sí el testimonio de los Cielos dado por Dios?”. Ya os dije: Lo que es lodo seguirá siendo lodo y el Espíritu seguirá siendo Espíritu. Si al hombre del mundo, en el fondo lodo, se le manifestase el Espíritu, ¿quién creerá que el Espíritu permanecerá en él sin guardarlo y sellarlo bien en su corazón?

[1.24.10] ¿Acaso hay una vasija justa para medir el Espíritu distribuido, de manera que cada uno pudiera apreciar cuánto Espíritu ha recibido? Como una tal vasija no existe, el hombre tiene que prepararla dentro de su corazón. Cuando el Espíritu se ha establecido en esta nueva vasija y en toda paz la llena por completo, entonces es, cuando el hombre de lodo empieza a darse cuenta de cuánto Espíritu ha recibido.

[1.24.11] ¿Pero cuánto adelantaríais si llenarais un barril agujereado con agua del mar? ¿Podríais saber algún día qué cantidad determinada de agua habéis sacado del mar inmenso? Sin embargo, si el barril está bien hecho, bien sabréis cuánta agua habíais sacado. El agua del mar es una sola, y da igual dónde la saquéis, ya sea en pequeña cantidad o en cantidad grande. El que la saca, saca agua del mar auténtica y más tarde sabrá cuánta es.

(Juan 3:34) ... Porque Aquel a quien Dios ha enviado habla palabras de Dios, pues Dios no le dio el Espíritu con medida como a los hombres, sino se lo dio en toda plenitud...

[1.24.12] Lo mismo pasa también con Aquel que vino de Dios para dar testimonio de Él y para hablar la pura Palabra divina. Él mismo es el mar inmenso y si Él transmite su Espíritu a alguien, lo hace con una medida que corresponde a aquella que existe en el hombre y no con la medida infinita que únicamente puede existir en Dios en toda su plenitud. El hombre que quiere guardar el Espíritu recibido, ha de cuidarse de no tener una medida defectuosa y tampoco debe dejarla abierta, la tiene que sellar muy bien.

[1.24.13] Aquel a quien fuisteis a preguntar si es el Cristo, también es en apariencia un Hijo del hombre. Pero Él no ha recibido al Espíritu divino con medida de hombres sino con la medida infinita de Dios mismo y esto ya desde toda la eternidad; pues Él mismo es el mar infinito del Espíritu divino en sí. Su Amor es su Padre desde la eternidad, no fuera del Hijo del hombre visible, sino dentro de Él, que es el Fuego, la Llama y la Luz desde la eternidad.

(Juan 3:35) ... El Padre ama al Hijo y le ha puesto todo en su mano...

[1.24.14] Este Padre ama mucho a su Hijo eterno. Todo el Poder está en las manos del Hijo y todo lo que tenemos en medida justa lo hemos recibido de su inmensa Plenitud. Por su propio Verbo Él mismo se hizo un hombre de carne y está ahora entre nosotros. Su Verbo es Dios, Espíritu y carne y lo llamamos “Hijo”. Por consiguiente, el Hijo es la Vida de toda Vida en sí, eternamente.

(Juan 3:36) ... El que cree en el Hijo tiene la Vida eterna, el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida sino que sobre él estará la cólera de Dios».

[1.24.15] Quien, por tanto, acepta al Hijo y cree en Él, tiene la Vida eterna ya dentro de sí. Así como Dios mismo, en cada Palabra suya, es su propia Vida eterna y perfecta, así también lo es cada hombre que asimila y guarda su Verbo vivificador. Pero quien, a su vez, no acepta la Palabra divina por la boca del Hijo y, por tanto, no cree en Él, no podrá recibir la vida, ni tampoco verla o sentirla dentro de sí; no obstante, la ira de Dios, o sea el juicio de las cosas que no tienen vida salvo su existencia bajo la ley ineluctable, permanecerá sobre él mientras no crea en el Hijo.

[1.24.16] Yo, Juan, os dije esto y os di un testimonio irrefutable. Con mis propias manos os limpié del lodo de la tierra. Id y aceptad su Palabra para que recibáis el bautismo con su Espíritu, porque sin este todos mis esfuerzos no valdrán para nada. ¡Muchas ganas tengo yo de ir con vosotros! Pero Él no lo quiere y, a través de mi espíritu, me revela que me quede; pues yo ya recibí en el espíritu lo que a vosotros todavía os falta».

[1.24.17] He aquí el último y mayor testimonio de Juan referente a Mí.

[1.24.18] El motivo por el que este testimonio no fue explicado en el Evangelio tan completo como aquí es porque en aquella época sólo fueron anotados los puntos principales. Además, había que evitar que lo Santo Vivo del Verbo fuese profanado. De modo que cada versículo del Evangelio es una semilla dentro de una cáscara que contiene el germen de su inmensa sabiduría y de la Vida eterna.

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