A todos aquellos que aceptaron mi Doctrina con plena fe, los bautizaba a la vista con agua y en secreto con el Espíritu eterno de mi Amor y Sabiduría, preparándoles de esta manera el camino para que pudieran volverse hijos de Dios. Mis acciones fueron anotadas, en parte, por los otros tres evangelistas, por lo que no hace falta repetirlas aquí. Principalmente llamé la atención sobre los defectos graves de judíos y fariseos, y alabé el amor a Dios y al prójimo. – El Gran Evangelio de Juan, Libro 1, Capítulo 23, Párrafo 3
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