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El Gran Evangelio de Juan

Nicodemo salió rápidamente, volvió después de media hora con el documento en las manos y le bendije en el corazón. Se despidió de Mí con lágrimas en los ojos, repitiendo su invitación. Yo, entre tanto, le recomendé que conservara la limpieza en el Templo, lo que también me prometió. Ya era casi de día cuando nos separamos. – El Gran Evangelio de Juan, Libro 1, Capítulo 22, Párrafo 12

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