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El Gran Evangelio de Juan

[1.1.13] Queda entendido que el Ser primario de todo lo que existe, la Idea primaria de todas las ideas, la Forma primaria de todas formas, por un lado no podía estar sin forma y por otro no podía implicar la muerte, porque esta constituye el polo absolutamente opuesto de todo lo que tiene existencia. Por lo tanto, en este Verbo, esta Luz o este Pensamiento divino estaba la Vida perfecta. Por consiguiente, Dios era la Vida básica eterna en sí y por sí mismo. Esta Luz o Vida hizo que salieran de sí misma todos los seres y los hombres, con luz y vida en ellos. Por tanto, estos seres y hombres eran la imagen perfecta de la Luz primaria que estaba dentro de ellos, de la Luz primaria que constituía su existencia, su luz y su vida totalmente parecida a la del Ser primario eterno.

[1.1.14] Como la Vida primaria de Dios tiene que ser enteramente independiente y libre —de no ser así no sería Vida—, y como en los seres creados la vida tiene que ser absolutamente la misma, se podrá fácilmente comprender que a los hombres sólo les podía ser dada una vida absolutamente independiente y consciente de sí misma. Pero precisamente por esta consciencia, la vida tuvo que reconocer que no era de origen propio sino que procedía de Dios, a semejanza de la Vida de Él.

[1.1.15] Esta noción tenía que existir en todos los seres creados, al igual que su vida y existencia tenía que estar enteramente en concordancia con la de Dios, de lo contrario no tendrían ni vida ni existencia.

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