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El Gobierno de Dios

A los funcionarios y señores del mundo diles con toda claridad: Sus cargos no son ni mucho menos de un rango más alto que los de mi Reino. Pero cada función que es contraria a la mía, dentro de poco la voy a destruir, y ¡ay de sus siervos! Porque Yo soy el Supremo; mi Ley es eterna como Yo y seguirá siéndolo como Yo. La polilla que quiere carcomer mi Ley y que de sus excrementos quiere preparar leyes de las suyas para acabar con la Mía, será aplastada por ella con todo su peso y su rigidez, y será destruida como si nunca hubiera existido. Cada uno de los que pecan contra mi Ley puede encontrar perdón –– si reconoce su falta, se arrepiente de ella y mejora, y si luego se dirige a Mí y permanece en Mí como Yo permanezco en él. Pero el que quiere socavar mi Ley, a este le aplastará y acabará con él para siempre. Todas las leyes mundanas socavan mi Mandamiento, a no ser que estén legislados en el ámbito de mi Amor por hombres que están penetrados de mi Espíritu. ¡Pero ay de los tiranos y déspotas que reinan para aprovecharse del mismo trono, del poder y de la estima!, porque su medida ya se está colmando, y no falta más que uno solo y experimentarán el poder de los débiles. El suelo es mío y el campo es mío... Esto os dice el Verdadero, el eterno Dios del Amor y de la Sabiduría, y lo comunica a través de uno al que los sabios del mundo consideran un necio... Amén. Yo, Jehová. Amén. – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 2, Párrafo 12

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