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El Gobierno de Dios

A eso llegó el día del Señor –– de modo que también la hora de los sacrificios. Y Caín, perezoso por el gran calor, cogió diez gavillas en las cuales ya no había granos porque las llenas le pesaban demasiado para llevarlas hasta el altar y, además, sentía el desperdicio de los frutos que en el altar se quemarían inútilmente... porque de ellos habría podido preparar tres veces pan para él... De modo que se volvió malo, puso las gavillas vacías en el altar y las encendió. Pero el humo no subió sino que bajó al suelo, con lo que Caín, en su corazón, se enfadó aún más. – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 18, Párrafo 6

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