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El Gobierno de Dios

Y tú, Abel, toma la espada en tu diestra y sígueme a un lugar muy lejos de aquí, a una montaña alta en medio de un desierto extenso. Allí encontrarás una abertura. En esta mete la espada de tal manera que su punta apunte al cielo y que de los dos filos llameantes el uno esté dirigido hacia el mediodía y el otro hacia la medianoche. – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 16, Párrafo 7

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