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El Gobierno de Dios

Yo por lo menos lo hice, nada más despertarme, pero me tenía que convencer de que todas cosas se habían vuelto mudas y ellas tampoco comprendían lo que les decía yo. El gorjeo de los pájaros, el gimoteo de los animales, el borboteo de la fuente y todos los ruidos que produce la flora, enseguida los percibí, ¡pero menudo susto al quedarme claro que ya no comprendía nada de lo que ellos me decían! – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 14, Párrafo 10

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