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El Gobierno de Dios

[1.14.1] Enseguida Abel se puso de rodillas, compenetrado de suma alegría por tanta Gracia de lo Alto, y dijo: «¡Oh gran Padre querido, sumamente santo y bueno, ve a tu siervo insignificante, aquí ante Ti en el polvo y consciente de su profunda indignidad!... Y ve como desde su profunda bajeza te mira a Ti, el Todopoderoso lleno de Misericordia, en tu suma altura... Oye al hijo que implora tu Gracia por sus padres débiles y por todos sus hermanos y hermanas... Y no me prives de tu Fuerza, este gran regalo que emana de Ti... ¡Consiente en que esta tu gran Fuerza se derrame sobre ellos para el perdón del pecado y la recuperación de la Vida que emana de Ti!

[1.14.2] Ten Misericordia y cambia esta región conforme a tu parecer, para que se vuelva fértil y los débiles encuentren alimento suficiente y una fuente de agua fresca para calmar su sed... y haz que vengan animales útiles que les puedan servir, obedeciendo a su voluntad.

[1.14.3] Oh, Padre santo sumamente bueno, ¡atiende mis ruegos, para que tu santo nombre sea glorificado en los corazones de los tuyos profundamente arrepentidos!».

[1.14.4] Y ahora fíjate lo que ocurrió después de que Abel hubiera terminado su oración que era muy de mi agrado: Hubo un aire refrescante que pasó por el desierto impasible, y nubes claras se formaron por todo el cielo –– y empezó a llover en todo el desierto. Con la misma lluvia cayeron semillas de toda clase en los pequeños surcos formados por la lluvia, y al cabo de un rato todo el desierto se había vuelto verde. Hubo hierbas, plantas, zarzas y árboles de gran variedad. Y el lugar donde el devoto Abel, de rodillas, me había rezado en el espíritu y en la Verdad, surgió un árbol gigantesco con ramas extendidas y hojas muy anchas, lleno de frutos deliciosos. Su nombre era “Bahahania” que quiere decir “confortación para los débiles”, hoy en día conocido por el árbol del pan.

[1.14.5] Y desde las nubes claras que derramaron tanta bendición hablo una voz suave al devoto Abel: «Abel, querido hijo Mío que ahora eres libre, agita la espada sobre los que duermen, con la mano izquierda, y despiértalos para el arrepentimiento y la mejora de su modo de vida ante Mí, para todo el futuro... Y sé para ellos un verdadero modelo –– un precursor de Aquel que vendrá en el tiempo de los tiempos para la Salvación, y diles que hasta entonces nadie podrá liberarse de la Ley... y que a continuación los Mandamientos mantendrán cautivos a todos aquellos que no participan en el renacimiento espiritual mediante el Hijo que será el Camino, la Luz, la Verdad y la Vida eterna –– Él será el único vencedor de la muerte.

[1.14.6] Pero tú que eres un ángel de la Luz, tú serás libre y serás acogido cuando la Misión de aquel Grande se haya cumplido... pero aún tendrás que volverte apto para ello mediante tu humildad, tu amor y tu devoción que aún tienen que aumentar; y esto a pesar de las persecuciones y los malos tratos que te tocarán por parte de tus hermanos y hermanas –– todo por causa de la Gloria de mi nombre...».

[1.14.7] Y ve, fortificado en todo su ser, Abel se levantó de la tierra y, como señal de su verdadera libertad, flotó en el aire y cumplió con las órdenes.

[1.14.8] Enseguida nuevas fuerzas vitales penetraron en los que estaban durmiendo, con lo que todos inmediatamente se despertaron y enderezaron. Admirados sobremanera por semejante transformación del desierto, miraron a todos lados; e iban a gritar de entusiasmo, cuando Adán se levantó y los detuvo:

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