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El Gobierno de Dios

De esta manera llegaron al país ya nombrado, donde por ninguna parte se veía una sola hierba, una sola zarza o un solo árbol. Y con el Sol en el cenit que quemaba, Adán, Eva y todos los demás cayeron totalmente agotados en el polvo ardiente. A todos se les cerraron los ojos porque el sueño retrasado las obligó a hacerlo. De esta manera se durmieron, inconscientes, como cautivos en los lazos de la debilidad por la ira de la Divinidad. – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 13, Párrafo 41

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