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El Gobierno de Dios

[1.0.5] El que tiene una fe viva en Mí, seguro que es consciente de mi Fuerza, mi Bondad y mi Sabiduría, y reconocerá que tengo Fuerza y Sabiduría más que suficientes para apartar al enemigo eternamente de allí donde Yo me pongo a labrar un campo. Os digo que Yo y Satanás nunca hemos arado en el mismo surco... esto existe sólo en el intelecto del mundo materialista porque en éste no reina sino la oscuridad, con lo que a tal intelecto todo le parece oscuro. Pero a una visión cultivada por el Padre todo parece distinto porque a los verdaderamente puros e iluminados todo les parece puro y bien iluminado.

[1.0.6] Pero a los que dicen que esta obra para que se pudiera asumir que viene desde lo Alto carece de sencillez, de calma, de circunspección y de una cosmología suficientemente profunda, a ellos les sea dicho: ¡Que sometan sus propios corazones a un examen, a ver si no son ellos mismos quienes carecen de todo aquello que echan en falta en esta Palabra! Por lo demás ellos emitieron un juicio para, como sabios europeos, dar su parecer sobre esta obra; pero esto sin haber profundizado en ella... Porque para eso hace falta más que una lectura superficial de algunos de sus capítulos.

[1.0.7] ¿Qué es lo que, además, entienden esos lectores sobre el termino de “sencillez”? Cuando una obra está presentada de tal manera que incluso los niños la pueden comprender (mientras que sepan leer bien y puedan pensar un poco más allá del abecedario) a pesar de la inevitable cantidad y profundidad de los asuntos que para la visión humana limitada pueden resultar misteriosos, Yo diría que esta obra no carece ni mucho menos de una bien lograda sencillez. De todos modos las imágenes y la lengua hablada que también son expresivas, no precisan de una obra escrita con sencillez, sino únicamente de la comprensión de un corazón sencillo. En cuanto al intelecto humano más le parece que la sencillez, la calma y la cosmología suficientemente profunda faltan, tanto mayor, en realidad, es la intensidad de estas características. Porque lo que al corazón le da calma y paz, esto mismo tiene que poseer la calma y paz en abundancia; pero al intelecto, por supuesto, no le puede dar calma porque este no es receptivo para ella, con lo que en una obra escrita el intelecto no podrá encontrar calma alguna, al igual que un río que no encontrará calma antes de haber llegado a la profundidad del mar. Si el intelecto de los sabios del mundo pudiera humillase y desde su altura imaginaria rebajarse al fuero vital de un corazón sencillo, ya desde allí, en su ambiente de calma y paz, se enteraría de la calma intrínseca de la obra actual y de su gran circunspección, echadas en falta. Pero mientras el intelecto humano revolotee en la altura de castillos haciéndose sabiduría mundana, parecido a un gallo del campanario montado en la aguja de una torre, y esté continuamente expuesto a toda clase de vientos de dudas que soplan desde todos lados, girándole de acá para allá... muy poco encontrará de calma ni tampoco la circunspección acostumbrado a esas alturas de viento.

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