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Cartas de Jesús

[6.2] ¡Oh Señor, perdóname mi gran atrevimiento y ya descarada impertinencia!. Pero Tú sabes que los buenos médicos siempre tuvieron la mayor consideración entre los hombres porque siempre poseían los conocimientos más ciertos, también en las cosas de la naturaleza, y por eso todo el mundo se dirigía preferentemente a ellos para obtener aclaraciones en caso de grandes y extraordinarios fenómenos naturales. ¡Cuán infinitamente más alto que todos los médicos expertos del mundo en todas las ciencias naturales estás Tú, que no solamente eres un médico en todas las cosas, sino también al mismo tiempo, el Creador y el Señor eterno de toda la naturaleza!

[6.3] Es a Ti solo, y sólo a Ti, a quien puedo exponer la presente desgracia particular y extraña de mi nación, y suplicarte desde lo más hondo de mi corazón que apartes esa singular desgracia.

[6.4] Como Tú sabes perfectamente hace tiempo, un pequeño terremoto se sintió aquí diez días, el cual, eternamente seas agradecido, pasó sin dejar huellas; sin embargo, unos días después de ese terremoto empezaron a ponerse turbias todas las aguas. Todo aquel que bebió ese agua empezó a tener dolor de cabeza y se volvió loco.

[6.5] Promulgué enseguida una orden severa: que nadie utilizara el agua en todo el país, hasta que yo lo autorizase nuevo. Todos mis ciudadanos, durante ese tiempo, debían venir a mi casa en Edessa, donde recibirían vino y agua que, para tal fin, hice traer expresamente desde bastante lejos en grandes embarcaciones.

[6.6] Creo no haber cometido ninguna mala obra, pues me impulsó sólo el puro amor y la verdadera piedad por mi pueblo. Por esto te pido a Ti, oh Señor, con toda humildad y contrición de mi corazón, que accedas a ayudarme a mí y a mi pueblo en este apuro.

[6.7] Porque el agua no se aclara y sus efectos dañinos siguen siendo los mismos. Oh Señor, sé que todos los poderes, buenos y malos, están a Ti sometidos y tienen que ceder a Tu menor señal. Por lo que te suplico que, misericordiosamente tengas piedad de mí, librándome de esta plaga, por mi pobre nación, —¡Hágase Tu divina y santa voluntad!

[6.8] Cuando el Señor hubo leído esta carta se indignó profundamente en su interior y exclamó en voz alta como un trueno: “¡Oh Satana, Satana!. ¿¡Cuánto tiempo aún quieres tentar a Dios, Tu Señor!? ¿Qué te hizo, malvada serpiente, este pobre, buen pueblecito para que le envíes plagas de esta manera tan monstruosa?”

[6.9] Para que nuevamente sepas que Yo Soy Tu Señor, ¡que cese al instante tu maldad sobre este pueblo! Amén.

[6.10] ¿¡No te limitaste antaño a tentar solamente la carne de los hombres, lo que Yo te permití como con Job!? ¿¡Qué haces ahora con Mi tierra!? — Si tienes valor, ¡atácame a Mí! ¡Pero deja en paz mi tierra y a los hombres que me llevan en su corazón, hasta cuando Yo te lo permita para tu última prueba de libertad!

Al terminar esta exclamación, por medio de un discípulo fue escrita la siguiente Respuesta de Jesús

[6.11] »Mi querido hijo y hermano Abgaro. Esta mala pasada no te la ha jugado tu enemigo, sino sólo el mío. Tú, sin embargo, no conoces a este enemigo, pero Yo lo conozco desde hace ya muchísimo tiempo.

[6.12] Éste, mi enemigo, es el antiguo príncipe invisible de este mundo. Hasta ahora, tuvo un gran poder, no sólo sobre esta tierra, que es su morada, sino también en las estrellas. Pero su poder no durará sino muy poco y pronto el príncipe de este mundo será vencido.

[6.13] Ya no le temas nunca jamás. Porque por ti y por tu nación lo he derrotado ahora. Por lo tanto, vuelve a usar tranquilamente el agua de tu país. Porque en este mismo instante se ha vuelto limpia y sana.

[6.14] ¡Mira, porque me amas se te ha presentado algo malo. Pero como tu amor por Mí se ha hecho más poderoso en la aflicción, con ello tu amor venció todo el poder del infierno y ahora estás para siempre libre de semejantes engendros infernales.

[6.15] Sucederá que la fe estará expuesta a grandes tentaciones y tendrá que caminar por sobre el fuego y agua. Pero fuego del amor sofocará al fuego de prueba de la fe y evaporará al agua con toda su fuerza.

[6.16] Lo que le ha pasado a tu país, en el orden natural, sucederá más tarde espiritualmente a muchos a causa de mi Enseñanza. Se volverán también completamente insensatos quienes beban en los charcos de los falsos profetas.

[6.17] Mi Amor, Mi bendición y Mi Gracia para Ti, Mi hermano Abgaro. — Amén.«

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