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[JJ 6.21] María le respondió: «Tía Isabel, yo diría que estas cosas son demasiado elevadas para nosotras. Y las mujeres no hacemos bien discutiendo asuntos para los cuales el Señor ha puesto a los hijos de Aarón.

[OM 85.2] Veo que en el cáliz el agua se ha vuelto más tranquila y que el conjunto de bañistas, todavía cubierto por ella, permanece totalmente inmóvil como si todos estuvieran muertos; no se oye ni el menor sonido. Sólo los dos mensajeros hablan algo entre sí pero no los entiendo. Uno tiene una vara en la mano, parecida a la de Aarón y la levanta. Veremos qué pasará...

[OM 85.6] Los doce espíritus gigantescos levantan sus espadas, pero todavía sin entrar en acción. Todos ellos dirigen su mirada al mensajero que tiene la vara de Aarón en la mano. Este le hace al monstruo una señal para que se retire, pero el monstruo no le hace caso sino que por el contrario se acerca aún más al cáliz.

[OM 85.17] Ya han llegado, ¿pero qué pasa? ¡Todos reverencian al que tiene la vara de Aarón en la diestra! ¡Tendrá que ser un ángel principal de los Cielos supremos!

[OM 161.1] Del palacio de la tercera plataforma, acompañado por muchos jóvenes y doncellas, salió el más anciano y sabio, vestido con una bata gris con mucho volante. En la mano derecha llevaba una vara parecida a la de Aarón y en la izquierda una especie de cinta mágica en la que estaban pegados diversos símbolos de aspecto místico. Cuando se hubo acercado a unos cinco pasos de los tres de cabeza, desplegó la cinta y la extendió delante de él en el suelo que parecía ser de terciopelo azul. Después, tocando la cinta con la vara, tras una pausa, empezó a hablar:

[RB 1.10.1] Roberto prosigue: «Oh sapientísimo maestro de los pueblos. Al igual que yo nació de padres pobres y se elevó a las más altas cimas de la sabiduría con grandes sacrificios. ¡Tuvo que soportar las mayores persecuciones por parte del sacerdocio judío! ¡Debió serle difícil alcanzar tales cumbres entre los seguidores de Moisés y Aarón!

[RB 1.17.18] Comprendo perfectamente que se admitiera tu divinización como sabio número uno, hasta hoy sin igual, en una época en la que se creía en el oráculo de Delfos, en la que cualquier persona dotada de cualidades excepcionales era considerada un semidiós, en la que profetizaban Tumín y Urím, y en la que la vara de Aarón, vieja de más de mil años, verdeaba dentro del arca. Los propios romanos inteligentes, que no creían en sus dioses, afirmaban: “No existe persona excepcional sin aliento divino”. ¡Cuánto más no lo harían tus compatriotas ante cuyos ojos perplejos realizabas cosas nunca soñadas desde Abraham! ¿Qué hubieran dicho a la vista, por ejemplo, de una locomotora? Creo haberte respondido adecuadamente y ahora te toca a Ti hablar. Sabré oírte atenta y respetuosamente».

[TDT 10.7] No comprendo cómo en tanto tiempo se puede llegar a ser un sacerdote superior y serlo, y cómo uno puede considerarse lleno del espíritu de Dios, no conociendo literalmente, ni por asomo, la palabra de Dios. ¿No es una ley y una costumbre que cada sacerdote superior, sentado en la silla de Moisés y de Aaron, conozca perfectamente las Escrituras que dan razón e instrucción a cada uno que tenga su duda sobre cualquier cosa?

[TDT 22.8] Si los que se han sentado en las sillas de Moisés y de Aaron obraran y hubiesen obrado de la misma manera, nunca habrían sido subyugados por vosotros, los romanos. Pero como no permanecieron fieles a la ley vieja, que igualmente fue dada a todos los hombres, sino que establecieron sus propios estatutos según su capricho, Dios apartó también su mirada de ellos y los puso bajo la férula de los paganos, bajo la cual quedarán debido a su imperdonable obstinación.

[TDT 25.8] Verdad es que debéis guiar al pueblo por los caminos que conducen al cielo, porque esto es la voluntad de Dios y esto mandaron Moisés y su hermano Aarón. Sin embargo, vosotros hacéis exactamente lo contrario y consideráis vuestra profesión, Dios, el pueblo y el templo sólo como una gorda vaca de leche, y pretendéis que únicamente vosotros tenéis derecho a ordeñarla, por la voluntad divina.

[TDT 26.18] Sin embargo, igual como sucedió a Zacarías, sucedió también a muchos profetas y verdaderos sumo sacerdotes en el orden de Aarón. Luego les habéis erigido monumentos sublimes de cara al pueblo, y hasta ahora les habéis mostrado toda clase de respeto.

[GEJ 2.17.6] Aunque digáis: “Hasta ahora, según a la ley de Moisés y de Aarón, el chivo expiatorio carga cada año con todos los pecados de Israel, y luego es sacrificado y arrojado al Jordán” (Lev 16). ¡Os digo que sois ciegos! ¿De qué puede servir un chivo expiatorio si vosotros seguís pecando sin enmendar vuestros corazones?

[GEJ 2.17.7] El chivo no es sino un símbolo del que tendríais que haber aprendido que sólo representa vuestras apetencias y afanes mundanos: la soberbia, terca y maloliente como el chivo; vuestra fornicación e inmundicia en todo; vuestra avaricia y vuestra envidia. Acabando con el emisario tendríais que haber acabado para siempre con el chivo que hay en vuestro corazón. Así habríais cumplido el mandamiento de Moisés y de Aarón y os habríais asegurado infaliblemente su bendición. Sin embargo, matáis los chivos sin sacar provecho ninguno de ello, porque vuestros corazones pecaminosos no cambian. Por eso, Yavé os ha advertido y os seguirá advirtiendo hasta que vuestra medida se colme.

[GEJ 2.33.9] «Escucha, padre», respondieron los que se habían curado, «si es así, entonces Él debe ser mucho más que un médico milagroso. Probablemente sea, una vez más, un gran profeta, incluso mayor que Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, y quizás tan importante como Moisés, Aarón y Elías. Sólo a ellos les fue posible hacer milagros semejantes con la ayuda de Jehová: todos los espíritus, tanto los de debajo de la tierra como los de encima, los del agua y los del aire le obedecían totalmente. Y si ahora obedecen a este profeta tan importante, ello prueba que puede realizar al instante todo lo que está en su Voluntad.

[GEJ 2.34.7] El yerno se enfureció: «¡Nada os hará cambiar en este mundo, ni siquiera Dios! Ya habríais tenido tiempo de hacerlo si hubieseis querido. Tenéis a Moisés y a todos los profetas, y no les hacéis caso. Vuestro dios es Mamón, oro y plata vuestros guías. Servís a ese dios en vuestro corazón, mientras que os vestís con el traje de Moisés y de Aarón, disfrazados como lobos con piel de cordero para sorprender, despedazar y devorar los rebaños de ovejas.

[GEJ 2.51.4] Yo, hijo de un sumo sacerdote de Jerusalén, crecido y educado en el Templo, sé perfectamente lo que ocurre con el Arca de la Alianza. La madera, la plata y el oro siguen siendo los mismos; pero la vara de Aarón, siempre verde, está ahora tan seca como el polvo, las tablas de la Ley están rotas, maná ya sólo queda en la imaginación. ¿Y la columna de fuego? Se sabe por la Escritura que cualquier impuro que tocaba el Arca sin autorización, perdía la vida. Y ahora uno puede subirse a ella y tocarla cuanto quiera: ningún fuego mortífero sale de ella.

[GEJ 2.51.6] Cuando los curiosos han contemplado con gran satisfacción esta bonita columna ardiente y deseen ver a continuación el interior del arca, con gran ceremonial y oraciones hueras se coloca cuidadosamente la tapa y su columna de fuego sobre un pedestal dorado, y se muestran a los espectadores las nuevas tablas de Moisés como si fueran las auténticas. Lo mismo pasa con el maná recién preparado, la vara de Aarón reverdecida y todo lo demás que hay en el arca.

[GEJ 2.52.4] «Bien, eso está claro», respondió el orador, llamado Chiwar, «pero, ¿qué ha pasado para que la antigua Arca de la Alianza haya muerto, por así decirlo? En realidad existe todavía, y de vez en cuando está en el santuario, en el sitio de la falsificada, aunque cada vez en menos ocasiones debido a las numerosas visitas. Se sabe perfectamente que hace apenas treinta años, nadie tenía permiso para entrar en el santuario salvo el sumo sacerdote que, según el reglamento, podía sentarse en el sillón de Aarón sólo dos veces al año y, en casos extraordinarios, podía entrar tres o cuatro veces.

[GEJ 2.53.1] Entonces Chiwar tomó la palabra: «Desde luego tengo que elogiar vuestra sabiduría. Durante el tiempo que hemos vivido y trabajado juntos nunca tuve ocasión, compañeros, de poder conoceros algo mejor. Me alegro mucho de teneros a mi lado como seres humanos y no como simples siervos del Templo. Pero, por otro lado, el carpintero es lo más extraordinario que los hombres han podido ver desde que la Tierra está habitada por seres humanos. Adán, con todas sus vivencias y visiones de miles de años, no es nada comparado con Él. Enoc sólo forma parte de un pueblo de mendigos espirituales. Abraham, Isaac y Jacob, Moisés, Aarón y Elías son mendigos frente a nosotros. Un sólo día ofrece hoy más maravillas nunca vistas que todas las que nuestros patriarcas experimentaron jamás.

[GEJ 2.53.13] ¿Acaso no habéis visto lo que el año pasado hicieron los del Templo a un griego que dijo al pueblo que mientras antes sólo la moneda de Aarón, y ninguna otra, servía para pagar la contribución, ahora ya aceptaban también en el Templo monedas romanas de plata y oro? Le convencieron para que fuera al Templo prometiendo recompensarle y, cuando le capturaron de este modo artero, le asesinaron, cosa que no tiene igual en la historia de Israel. Por lo tanto hay que ser muy precavidos. Debemos convertirnos en griegos para unirnos a continuación a los discípulos de Jesús en cuerpo y alma, o bien seguir siendo lo que somos: con medias tintas no hacemos nada».

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